Análisis sobre el capítulo 5 de “Cuentos Chinos” de Andrés Oppenheimer
En
una conferencia a puertas cerradas en el Banco Interamericano de Desarrollo en
donde Andrés asistió como penalista a principios de 2005 durante el periodo de
mandato del entonces presidente George W. Bush, uno de tantos periodistas que
estaban, le hizo una pregunta que, prácticamente es el tema en cuestión en este
capítulo, al subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos de Estados
Unidos, la cual fue, si no era hora de que ese país (Estados Unidos) diera más
ayuda económica a sus vecinos del sur y participaran más activamente en el
desarrollo de la región, también se encontraba el director de Centro de
Estudios de América del Norte de American University, el cual planteó que los
Estados Unidos debían emular la exitosa experiencia de la Unión Europea, en la
que los países más ricos habían destinado fondos de compensación para ayudar a
los más pobres a cambio del compromiso de estos últimos de adoptar políticas económicas
responsables. Esta idea que se les planteo a los personajes de alto poder de
los Estados Unidos de inmediato fue rechazada en donde el subsecretario dio como
respuesta “Lo que le estamos enviando ahora a la región es infinitamente más de
lo que podríamos enviar en ayuda externa. La clave para un crecimiento económico
sostenido es adoptar una agenda de reformas que lleve a una mayor apertura económica,
aliente las inversiones y expanda el libre comercio”.
Andrés
estaba convencido de que el Gobierno de Bush estaba absurdamente cerrado a
considerar cualquier plan que significara un mayor compromiso económico de los
Estados Unidos con el crecimiento de América Latina ya que para Bush la única solución
era el “Libre Comercio” debido a que gran parte del electorado norteamericano
consideraba que la idea de ayudar económicamente a los países irresponsables
era como tirar el dinero en un barril sin fondo. En primer lugar lo que buscaba
esta idea, en el caso de ayudar económicamente a México, era la reducción de inmigración
ilegal, en donde México haría reformas que acelerarían su prosperidad económica,
tal como había sucedido en España, Irlanda y otros países beneficiarios de la
ayuda económica de la Unión Europea.
Sin
embargo, el tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con México y Chile,
había probado ser un excelente negocio para sus economías, en donde México tuvo
importantes aumentos en ingresos económicos y paso de tener déficit comercial
de 3.150 millones de dólares a un superávit 55.500 millones de dólares, esto pocas
veces se ha visto en la historia del comercio moderno, un crecimiento tan rápido
de las exportaciones de un país a otro y trajo como consecuencia que hubiera
muchas voces pidiendo su renegociación en los Estados Unidos. Pero este tratado
de Libre Comercio, para México no se tradujo por arte de magia en prosperidad económica,
sino que resulto ser más una garantía contra la crisis económica que un motor
de desarrollo.
En
sus primeros viajes que hizo a Washington D.C. tras los ataques terroristas del
11 de Septiembre del 2001, Oppenheimer se da cuenta que la mentalidad de guerra
reinaba en la Casa Blanca, en donde está en una entrevista con uno de los
halcones del gobierno de Bush y le pregunta que si no estaban cometiendo un
grave error al prestarle tan poca atención a América Latina, no era conveniente
para los intereses de Washington hacer un mayor esfuerzo para contribuir al
desarrollo económico latinoamericano, entre otras cosas para crear un cordón de
seguridad alrededor de los Estados Unidos que le impidiera la entrada de
terroristas; el funcionario le responde con un estilo muy único: Amigo mío,
todo eso es muy cierto, pero si va a haber una tercera guerra mundial, ésta no
va a empezar en Tegucigalpa. Para Andrés fue muy evidente, y por supuesto para
todos nosotros que después de los ataques terroristas, América Latina se había caído
del mapa para los Estados Unidos.
Observamos
que desde mucho antes a esa conferencia que hubo a puertas cerradas en el Banco
Interamericano de Desarrollo ya Bush y todos sus subordinados tenían la misma
mentalidad, donde reflejaban que seguir el modelo de la Unión Europea era un grave
error, consideraban que era, incluso tirar el dinero en un barril sin fondo, ya
que siempre tuvieron señalados a los países Latinoamericanos como unos irresponsables,
en cuanto a hacer reformas económicas y buscar por cuenta propia medidas de
crecimiento económico. Ya esta idea de ayudar a los países de la región se había
puesto en práctica en las décadas de los sesenta y setenta en donde Washington
llego a la conclusión de que esta asistencia económica no ayudo mucho a
producir progresos económicos en Latinoamérica. Entonces para Oppenheimer, se
cumple otro capítulo de “Cuentos Chinos” en donde Bush dijo alguna vez en Miami
un 25 de Agosto del 2000, “Mirare hacia el sur… como un compromiso fundamental
de mi presidencia”.
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