domingo, 3 de agosto de 2014

“Cuentos Chinos” de Andrés Oppenheimer



Análisis sobre el capítulo 5 de “Cuentos Chinos” de Andrés Oppenheimer

En una conferencia a puertas cerradas en el Banco Interamericano de Desarrollo en donde Andrés asistió como penalista a principios de 2005 durante el periodo de mandato del entonces presidente George W. Bush, uno de tantos periodistas que estaban, le hizo una pregunta que, prácticamente es el tema en cuestión en este capítulo, al subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos de Estados Unidos, la cual fue, si no era hora de que ese país (Estados Unidos) diera más ayuda económica a sus vecinos del sur y participaran más activamente en el desarrollo de la región, también se encontraba el director de Centro de Estudios de América del Norte de American University, el cual planteó que los Estados Unidos debían emular la exitosa experiencia de la Unión Europea, en la que los países más ricos habían destinado fondos de compensación para ayudar a los más pobres a cambio del compromiso de estos últimos de adoptar políticas económicas responsables. Esta idea que se les planteo a los personajes de alto poder de los Estados Unidos de inmediato fue rechazada en donde el subsecretario dio como respuesta “Lo que le estamos enviando ahora a la región es infinitamente más de lo que podríamos enviar en ayuda externa. La clave para un crecimiento económico sostenido es adoptar una agenda de reformas que lleve a una mayor apertura económica, aliente las inversiones y expanda el libre comercio”.
Andrés estaba convencido de que el Gobierno de Bush estaba absurdamente cerrado a considerar cualquier plan que significara un mayor compromiso económico de los Estados Unidos con el crecimiento de América Latina ya que para Bush la única solución era el “Libre Comercio” debido a que gran parte del electorado norteamericano consideraba que la idea de ayudar económicamente a los países irresponsables era como tirar el dinero en un barril sin fondo. En primer lugar lo que buscaba esta idea, en el caso de ayudar económicamente a México, era la reducción de inmigración ilegal, en donde México haría reformas que acelerarían su prosperidad económica, tal como había sucedido en España, Irlanda y otros países beneficiarios de la ayuda económica de la Unión Europea.
Sin embargo, el tratado de Libre Comercio de Estados Unidos con México y Chile, había probado ser un excelente negocio para sus economías, en donde México tuvo importantes aumentos en ingresos económicos y paso de tener déficit comercial de 3.150 millones de dólares a un superávit 55.500 millones de dólares, esto pocas veces se ha visto en la historia del comercio moderno, un crecimiento tan rápido de las exportaciones de un país a otro y trajo como consecuencia que hubiera muchas voces pidiendo su renegociación en los Estados Unidos. Pero este tratado de Libre Comercio, para México no se tradujo por arte de magia en prosperidad económica, sino que resulto ser más una garantía contra la crisis económica que un motor de desarrollo.
En sus primeros viajes que hizo a Washington D.C. tras los ataques terroristas del 11 de Septiembre del 2001, Oppenheimer se da cuenta que la mentalidad de guerra reinaba en la Casa Blanca, en donde está en una entrevista con uno de los halcones del gobierno de Bush y le pregunta que si no estaban cometiendo un grave error al prestarle tan poca atención a América Latina, no era conveniente para los intereses de Washington hacer un mayor esfuerzo para contribuir al desarrollo económico latinoamericano, entre otras cosas para crear un cordón de seguridad alrededor de los Estados Unidos que le impidiera la entrada de terroristas; el funcionario le responde con un estilo muy único: Amigo mío, todo eso es muy cierto, pero si va a haber una tercera guerra mundial, ésta no va a empezar en Tegucigalpa. Para Andrés fue muy evidente, y por supuesto para todos nosotros que después de los ataques terroristas, América Latina se había caído del mapa para los Estados Unidos.
Observamos que desde mucho antes a esa conferencia que hubo a puertas cerradas en el Banco Interamericano de Desarrollo ya Bush y todos sus subordinados tenían la misma mentalidad, donde reflejaban que seguir el modelo de la Unión Europea era un grave error, consideraban que era, incluso tirar el dinero en un barril sin fondo, ya que siempre tuvieron señalados a los países Latinoamericanos como unos irresponsables, en cuanto a hacer reformas económicas y buscar por cuenta propia medidas de crecimiento económico. Ya esta idea de ayudar a los países de la región se había puesto en práctica en las décadas de los sesenta y setenta en donde Washington llego a la conclusión de que esta asistencia económica no ayudo mucho a producir progresos económicos en Latinoamérica. Entonces para Oppenheimer, se cumple otro capítulo de “Cuentos Chinos” en donde Bush dijo alguna vez en Miami un 25 de Agosto del 2000, “Mirare hacia el sur… como un compromiso fundamental de mi presidencia”.

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